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5 reflexiones respecto de la postura del Partido Acción Nacional a 30 años del Movimiento Estudiantil de 1968

Hace 12 años descubrí el Movimiento Estudiantil de 1968. Tenía 17. Estudiaba el segundo año de preparatoria y acudí a un concierto del cantautor de trova contemporánea, Fernando Delgadillo, en el auditorio del ITAM…

…2 de octubre en Tlatelolco, continua estando presente, ronda en plazas y mítines, pavoroso y contundente, por que es el día nacional que no se perdonó la vida, por esto y por los que faltan, 2 de octubre no se olvida, yo pregunto al evocar las heridas que nunca cierran, ¿Cuándo dejarán de rondar 2 de octubres en la tierra?…

Era la canción No se Olvida, con claras referencias a la matanza del 2 de octubre. Enmudecí. Yo no sabía de qué hablaba o de qué se trataba. En la historia oficial no existían referencias y en la escuela en la que estudié a nadie le había interesado platicarnos. Para ser más exacta tampoco a nadie le había interesado preguntar de qué se trató aquello que Delgadillo relataba en su canción. Primero pregunté en mi casa. A pesar de que mis padres eran jóvenes en esos años, estuvieron lejos del movimiento. No me dieron en ese momento una explicación o relato que me pareciera convincente. Había una verdad que no había salido a la luz. Algo que teníamos que conocer para entender lo que ya también se estaba gestando rumbo a las elecciones del año 2000.  Entonces mi amiga Eugenia Noriega y yo, nos propusimos conocer, con las incipientes herramientas de investigación que a la fecha habíamos aprendido, alguna verdad convincente y relatarla a las demás compañeras de generación. Aunque ahora me doy cuenta de que no les interesaba en lo más mínimo. Independientemente de eso, para nosotras era un tema tabú, un tema escondido, vedado, y eso le ponía bastante sabor a lo que íbamos encontrando y escribiendo. Cabe mencionar que de paso me pareció retador poder platicar con mis papás lo que había sucedido mientras ellos se mantenían alejados de la política y los acontecimientos de la época.

Es así que nos pusimos a investigar. De hecho fue mi primera verdadera investigación propiamente académica. Acudimos a archivos y bibliotecas. En donde mayor información encontramos fue en la Hemeroteca y en la Biblioteca Central de la UNAM. Las lecturas obligadas “La noche de Tlatelolco” de Elena Poniatowska, “Los días y Los años” de García de Alba, y otros más. Prácticamente ninguna imagen. De la prensa de la época nada era confiable. Leímos lo que teníamos que leer de Oriana Fallaci, fuimos a la Plaza y leímos el Memorial “¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie”… Así que juntamos los pedazos que encontramos, escribimos y relatamos lo que creímos en ese momento, 1996, era la verdad. Un movimiento vigoroso de jóvenes que se habían cansado de la cerrazón y la mentira, que se enfrentaron a un Gobierno torpe que en vez de intentar dialogar prefirió utilizar la fuerza pública para controlarlos y que al final, frente a la urgencia de terminar el conflicto a pocos días de la inauguración de las Olimpiadas, fue atacado ferozmente por las fuerzas del Estado el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de Tlatelolco. Me costó trabajo convencer a mi papá de que los jóvenes que ahí habían muerto no eran “unos revoltosos que no querían que hubiera olimpiadas”. Al final, por lo menos creo que sembré una duda razonable en su visión del régimen con el que creció. Todavía esta semana mi mamá, que vivía en Monterrey, me platicó que su papá – mi abuelo – celebraba la mano dura del entonces Presidente. Ellos también se habían creído la teoría de la conspiración para “desestabilizar al régimen e instaurar el comunismo”. Un año después de presentar el trabajo en la escuela me fui a marchar desde la Plaza de las 3 Culturas hacia el Zócalo. Luego en 1998, con la conmemoración del trigésimo aniversario del movimiento estudiantil, aparecieron documentales, archivos, fotografías, testimonios. Nos dimos vuelo con la apertura que veíamos en la televisión nacional, sin embargo, no había todavía forma de acceder a la información que hoy, con una búsqueda simple en Internet, y gracias a los medios libres existe en la red: Declaraciones, informes de la CIA, fotografías estremecedoras, testimonios.

Qué diferente el México de hoy, en donde al suceder algo, en minutos es posible visualizarlo con una grabación de teléfono móvil en la red.

Un punto central de aquel trabajo preparatoriano que presenté a mis compañeras de generación tenía que ver con la postura que habían asumido los partidos políticos durante los hechos ocurridos. Ahí consignamos que el PAN había sido el único partido político que había denunciado la matanza y había sido crítico con la actitud del Gobierno respecto del movimiento estudiantil. Debo confesar que entre otros, este fue un elemento importante en mi posterior decisión de militar activamente en Acción Nacional. No hubiera yo ingresado a las filas de algún partido político que hubiese justificado o defendido aquella atrocidad. En ese entonces no tenía yo elementos tan contundentes como  ahora para afirmar, sin temor a equivocarme, que el PAN no solo fue el único partido que tuvo una postura crítica ante los acontecimientos, sino que promovió acciones en el Congreso para denostar las acciones del Estado y denunció sin miramientos, la violación a la autonomía universitaria y la actuación autoritaria, urdida en las altas esferas del Poder, en contra de los jóvenes del movimiento.

La historia del 68 ha tenido un significado muy especial en mi vida, en mis decisiones y en mi visión de la política, del orden público, de la relación que debe existir entre el Estado y la Sociedad, el Estado y quienes piensan distinto a la clase gobernante.

Por ello solicité a mi Grupo Parlamentario que me diera la oportunidad de fijar la postura del Partido Acción Nacional en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal durante la sesión solemne en la que se conmemoraron los acontecimientos a 40 años de distancia. Es difícil describir con palabras lo que sentí cuando cité las palabras del entonces diputado panista Gerardo Medina Valdés el 4 de octubre de 1968[1], en la misa Tribuna en donde yo pronuncié ese discurso:
No hay diálogo porque las balas nunca han sido instrumentos de diálogo, estamos los diputados de Acción Nacional y votaremos en contra de este documento, porque la sangre de jóvenes estudiantes, de menores de edad, de civiles, de policías y de soldados, sangre toda ella de mexicanos, todavía no acaba de secarse en Tlatelolco y esa sangre, está clamando valentía de cada uno de nosotros.

No pude esconder mi alegría cuando mi compañero, el diputado Salvador Martínez de la Rocca del PRD, me invitó a colaborar en una recopilación de textos conmemorativos de los 40 años de dichos acontecimientos, al lado de personajes que sí estuvieron ahí, que sí lo vivieron.

Relatar en breve la postura de Acción Nacional en cuanto al Movimiento Estudiantil de 1968 es un objetivo prioritario de este escrito. Conciente estoy que al no haber participado en los acontecimientos que relato, mi postura debe ser objetiva, libre de mitos, basada en documentos. No pretendo apropiarme de glorias ajenas, simplemente exponer la verdad histórica de lo dicho por dirigentes y representantes populares del PAN en esos años.

En este escrito, consigno frases exactas de documentos originales consultados en los archivos del Partido, boletines de prensa y artículos de la Revista La Nación, así como en la valiosa obra de Gerardo Medina Valdés, “El 68, Tlatelolco y el PAN”. Este libro fue editado en 1992 con la finalidad de dar a conocer la labor del Partido frente a las atrocidades del régimen, esta postura fue poco consignada en otras obras y testimonios de la época por lo que a la luz de la objetividad, es fundamental darle su justa dimensión para el posterior juicio de la historia.

Con la finalidad de entender mejor la postura de mi Partido, he dividido la exposición en 5 vertientes fundamentales.

En primer término, la reacción del PAN respecto de la intromisión del Ejército en la Universidad Nacional Autónoma de México. Para dar un ejemplo de lo que iremos profundizando, retomo aquí las palabras de mi compañero diputado Jorge Triana Tena cuando pronunció el discurso a nombre del PAN en la Cámara de Diputados en el año 2005:

Si el fundador de Acción Nacional, al lado de profesores y estudiantes, dio todo en busca de la defensa de la autonomía universitaria, ¿Cómo no íbamos a encolerizarnos cuando la incapacidad de Díaz Ordaz lo llevó a tomar, con el Ejército, el edificio de San Ildefonso mediante un bazucazo en la madrugada del 31 de julio del 68? ¿Cómo no íbamos a levantar la voz cuando, a pesar del activismo del rector Barros Sierra y de miles de estudiantes en pro de la autonomía universitaria, a principios de agosto la Ciudad Universitaria fue ocupada por el Ejército?[2]

Otra arista de la postura del PAN requiere profundizar en el discurso de búsqueda de una postura intermedia, moderada, prudente entre dos realidades a las que no pertenecía – por un lado el Movimiento Estudiantil, por el otro el Gobierno de la República – con la finalidad de encontrar una solución pacífica, que diera como resultado un régimen democrático, más participativo, más abierto. En estas causas, Acción Nacional como partido de oposición se identifica con el movimiento.

Una vertiente importante de la postura del Partido, se refiere a la crítica que le hizo al Movimiento Estudiantil. A cada quien lo suyo. El PAN no organizó, ni encabezó, ni ideó este Movimiento. Esto es totalmente comprensible desde dos perspectivas. Primero que el PAN ya había estado denunciando la cerrazón del Régimen desde décadas antes por la vía institucional, y en segundo lugar por que muchos líderes del movimiento se identificaban con vertientes ideológicas socialistas o de izquierda. Al PAN le preocupaba que el movimiento se radicalizara, se convirtiera en un movimiento político que buscara el poder por vías no pacíficas, que se desbordara, pero también le preocupaba que no existiera una organización y un pliego petitorio de mayor profundidad, con fines más amplios. En este ensayo también relataré la postura crítica del PAN respecto del Movimiento, para apegarme a la verdad con entera objetividad. El PAN no idealiza al movimiento, entiende sus razones y denuncia lo que considera es pertinente. Acción Nacional buscó una postura intermedia en términos de salida pacífica al conflicto.

Como veremos más adelante, la postura oficial del Partido, expresada a través de sus dirigentes y representantes populares, en todo momento fue de desencuentro con el Gobierno y de denuncia en cuanto a la forma en la que pretendió solucionar el conflicto. Es obvio que las ideas del movimiento estudiantil poco comulgaban con la visión moderada del PAN quien en el escenario de Guerra Fría evidentemente no se identificaba con el bloque comunista, ni con Cuba, ni con Mao Tse Tung, ni con el Che Guevara.

No obstante lo anterior, es relevante la valiente y congruente denuncia que encabeza el Partido frente a los hechos que fueron generándose. Por eso dedico un capítulo de este ensayo a la muy importante labor crítica en contra del régimen que realizó el PAN. Tuve la oportunidad de tener en mis manos en el CEDISPAN (Centro de Estudios, Documentación e Información sobre el Partido Acción Nacional) las ediciones de la revista La Nación del año de 1968. En esos momentos de control estatal de los medios y de versiones oficiales, el órgano de difusión del Partido Acción Nacional consignó sin miramientos ni censuras, diversas fotografías y relatos precisos de lo que estaba sucediendo en el País. Mucho le debemos a Gerardo Medina Valdés, quien también era diputado federal por el PAN, esa labor de denuncia y crítica frontal al régimen de Gustavo Díaz Ordaz.

Una última vertiente del ensayo que presento tiene que ver con el antes y el ahora. Cómo los panistas de ahora, vemos al Movimiento Estudiantil de 1968 y lo que nos significa, a la luz de la transición a la democracia y en obligada referencia a lamentables acontecimientos como los sucedidos en el operativo ejecutado por el Gobierno de la Ciudad de México en la Discoteca News Divine en junio de 2008. En donde un gobierno de izquierda comete un grave error que deriva en la muerte de 12 personas, entre ellos 9 jóvenes.

Y defiendo que es una obligada referencia por que cuando me enteré de lo sucedido, lo primero que me vino a la mente fue la trágica relación del Estado mexicano con los jóvenes en 1968.  Estoy segura de no haber sido la única persona que pensó igual,

Antes existió el delito de disolución social, ¿Ahora qué delito comenten los jóvenes, por poner un ejemplo, los que murieron esa tarde en el News Divine? Ninguno. Esos jóvenes murieron por un delito que cometieron otros.[3]

El 68 nos es relevante a todos, desde muchos puntos de vista. Para no olvidar y para no repetir. En mi caso, para hacer honor a la verdad histórica y honores a mis antecesores panistas que nos dejaron estos testimonios valientes en contra del régimen represor.

La intromisión del Ejército en la Universidad Nacional Autónoma de México.

La defensa de la autonomía de la Universidad Nacional es congénita a la fundación de Acción Nacional. Sin Manuel Gómez Morín, quien fuera elegido Rector de la Máxima Casa de Estudios en 1933, hubiera sido imposible lograr este importante proceso en el régimen instaurado al finalizar la Revolución Mexicana. La fundación del PAN va de la mano de la exigencia de una enseñanza libre de propaganda, tal y como lo establecen los Principios de Doctrina aprobados por la Asamblea Constituyente del Partido en 1939. Es de tal importancia para Acción Nacional la autonomía universitaria que consigna en este importante documento fundacional que “La actividad universitaria sólo puede cumplir propiamente su misión si se desarrolla en un ambiente de disciplinada autonomía”[4]. No es menor esta definición ideológicadel Partido, en el régimen autoritario que se iba consolidando la apuesta de Acción Nacional iba por un cambio de mentalidad, formando nuevas generaciones de profesionistas independientes, críticos, que exigieran un régimen democrático. Ahí habría un camino rumbo a la victoria cultural.

Al desatarse el conflicto estudiantil, el 31 de julio de 1968, Acción Nacional en voz de su entonces Presidente, el Lic. Adolfo Christlieb Ibarrola, fijó postura respecto de la utilización excesiva de la violencia contra la juventud:

Acción Nacional…protesta enérgicamente por los excesos a que el Gobierno llevó la represión contra los estudiantes y culminó con el asalto del Ejército y la policía a planteles de la Universidad y del Politécnico…Cuando las autoridades consideren que la forma de hacer una petición trastorna el orden público, no deben excederse utilizando la fuerza en grado total, que dejen la sensación de que la autoridad no defiende, sino que provoca. En el caso, los ataques de la fuerza pública – policía y ejército –, a estudiantes y escuelas han sido desproporcionados[5].

Cuando la UNAM es tomada por el Ejército, en septiembre de 1968, Ignacio Limón Maurer, ya Presidente del CEN del PAN, expresó:

La autonomía universitaria ha sido violada por el Gobierno, al ordenar la ocupación militar de la Ciudad Universitaria. No es cierto que los edificios e instalaciones ocupados sean de la Nación. Son propiedad de la Universidad Autónoma de México, conforme a las leyes Orgánicas de 1929, de 1933  la vigente de 1945. No hubo orden judicial para la ocupación de la Universidad, ni petición de autoridades universitarias para que el ejército invadiera las mismas…Por ley, el cuidado de los edificios está a cargo de las autoridades universitarias… [6]

Para Acción Nacional, la intromisión del Ejército equivalía a una “suspensión de garantías”, Limón Maurer exigió que los edificios fueran devueltos a las autoridades universitarias y que los detenidos fuesen puestos en libertad.

La restauración del orden, debe empezar por el cese de la ilícita intervención del Gobierno en la casa universitaria y por la libertad de los detenidos[7]

El 23 de septiembre, el CEN del PAN en un boletín de prensa, “Lamenta profundamente la decisión que se vio obligado a tomar el Sr. Rector de la Universidad Nacional, Ing. Javier Barrios Sierra…”, e insiste en que “La ocupación de los locales de la Universidad por el ejército, sin solicitud previa del Rector y sin aviso a éste, fue un acto contrario a la Autonomía universitaria y una violación a preceptos constitucionales”.

La Nación consigna el arduo debate parlamentario encabezado por los diputados panistas el 20 de septiembre de 1968 cuando el Partido presenta un Punto de Acuerdo en el sentido de que la Cámara pidiera al Presidente de la República el inmediato retiro de las tropas de la Ciudad Universitaria. Ahí estuvo Rafael Preciado Hernández que hablaba de la necesidad de liberar a la Universidad para resolver el conflicto: “Nada de esto será posible, enfatizó, mientras la Universidad Nacional Autónoma de México esté ocupada por el Ejército, indebidamente, violando de manera clara el principio de autonomía de la misma Universidad; por eso insistimos en que cuanto antes el Ejército abandone la Ciudad Universitaria,  y que nuestra amada Universidad sea entregada a sus legítimas autoridades”[8]

Relata La Nación que la Presidencia de la Cámara permitió solo 5 minutos el uso de la Tribuna al diputado Manuel González Hinojosa quien abordó la tribuna casi con violencia, haciendo a un lado al que le impedía hacer uso del micrófono, ahí consignó:

Ni con vidrios de aumento se podría ver en el conflicto estudiantil una amenaza para la paz interna o externa de la nación”. “La corrupción interna en la Universidad-agregó-ha sido introducida por su propio partido, por el de ustedes, por el PRI, que compra líderes estudiantiles venales y amamanta a dos ubres al os agitadores comunistas, y cuando el movimiento los desborda se rasgan las vestiduras.

En aquel memorable debate parlamentario, José Ángel Conchello afirmó “esta generación se ha cansado de la mentira a la que nosotros ya nos habíamos acostumbrado” y denunció que “quienes han aplaudido más fuertemente las medidas oficiales son las Concanacos, las Concamines y los Caballeros de Colón[9]

La propuesta original del PAN fue modificada y por un diputado del PPS, fue aprobada sin las principales exigencias que habían hecho los diputados panistas.

El 4 de octubre de 1968, tras los graves acontecimientos de Tlatelolco, el PAN en voz de Preciado Hernández insistía en la necesidad de liberar a la Universidad:

Ese problema debe resolverse por universitarios y con métodos universitarios, sin perjuicio de que los problemas ajenos a la Universidad, debidamente requisitados, se resuelvan conforme a las leyes aplicadas en cada caso. Debe cesar, pues, cuanto antes esa intervención del ejército, sin esperar a que las legítimas autoridades de la Universidad lo soliciten, porque el problema estudiantil no va a poder resolverse mientras la Ciudad Universitaria esté ocupada por el ejército[10]

La búsqueda de una salida pacífica al conflicto

El PAN entiende bien que una de las causas que hacen explotar al movimiento estudiantil es la falta de democracia en el país. No en vano, Acción Nacional había sido fundado prácticamente 30 años antes con una clara visión democratizadora de las instituciones de la vida Nacional.

La violencia juvenil explota como expresión de la inconformidad de las nuevas generaciones y de su propósito de participar en las decisiones políticas, por que el poder ha convertido a la violación del sufragio y al partido-gobierno, en fórmulas que sustituyen la participación del ciudadano en el gobierno de la República[11]

Para Christlieb Ibarrola, “De los excesos y errores cometidos, no puede ni debe derivarse, como única alternativa para México, la que presentan la anarquía y la dictadura. Ambas no son sino formas de violencia”[12]

La idea del diálogo y la construcción de una salida pacífica al movimiento siempre estuvieron presentes en la postura del PAN. “Para el pueblo de México será preferible ver menos soberbia en los órganos del Gobierno y más voluntad de encontrar soluciones dentro del orden y la paz” [13]

El PAN entendía que el movimiento era justificado, el propio Gobierno con su cerrazón y torpeza represora lo habían generado y acrecentado, pero debía tener una conclusión que causara algo más, un desenlace positivo, sin violencia, moderado, en donde el diálogo era el instrumento principal.

Años más tarde, Efraín González Morfín en un discurso en Puebla el 20 de marzo de 1970 decía que “En los diversos movimientos de protesta juvenil, en distintas partes del mundo, hay un elemento positivo que debe contribuir a la construcción de un orden social, político y económico, justo y humano. Este elemento positivo es la exigencia de participación en los diversos niveles de la vida social”. “Esta exigencia razonable y justa puede ser un factor de importancia para un cambio de la sociedad. Si este cambio ha de tener un sentido humano, justo, fraternal, la exigencia de participación de los jóvenes en las decisiones sociales tiene que traducirse en una responsabilidad aceptada y practicada en la vida cotidiana.”

El 27 de septiembre de 1968, Manuel González Hinojosa, Jefe de la Diputación del PAN en la Cámara plantea en la Tribuna el problema estudiantil impulsado por la convicción de que era mejor dar cauce a las evidentes inquietudes públicas dentro de la Cámara que dejarlas que sigan buscando otros caminos de solución. Reitera la posición del PAN e insiste en llamar a autoridades y estudiantes a cesar en la violencia y la represalia. [14]

Cuando una representación estudiantil se presenta a la Cámara, acuden a visitar a Manuel González Hinojosa. Un testimonio de este encuentro lo consigna Carlos Ortega G. en La Nación del 1 de octubre de 1968:

Una nutrida comisión de estudiantes, invadió las oficinas de la diputación del PAN, para reclamar a los legisladores panistas que no se hubieran puesto de parte de los estudiantes y ciudadanos acribillados esa madrugada, durante la ocupación de las instalaciones del Politécnico por parte de granaderos y soldados. El jefe de la diputación panista, mostró su sorpresa ante las palabras del estudiante que encabezaba el grupo. Les preguntó – ¿Es que ustedes no están enterados de la postura el PAN en el problema estudiantil? ¿Es que no han tenido conocimiento de la solicitud que presentamos el viernes pasado, para que la Cámara de Diputados pidiera al Presidente de la República el inmediato retiro de las tropas de la Ciudad Universitaria, y para que comparecieran ante ella el secretario de Gobernación, el jefe del Departamento del Distrito Federal y los dos procuradores, a fin de que informaran detalladamente sobre los sucesos? La comisión estudiantil tuvo que reconocer que desconocía la actitud que, en defensa de los auténticos estudiantes, ha mantenido el PAN desde el principio del conflicto, por que no confían – casi nadie confía ya – en las informaciones de la prensa, el radio, y la TV. Por fortuna había allí varios ejemplares del Diario de los Debates de la Cámara de Diputados donde constan fielmente las intervenciones de los diputados panistas.[15]

Una visión crítica del Movimiento Estudiantil

En el conflicto estudiantil la violencia ha sido el lenguaje más expresivo entre los estudiantes y el Gobierno. Los dos han sido víctimas de sus propios errores en el planteamiento, las perspectivas y aun en el trato mismo de problemas que – debemos reconocerlo- obedecen a causas profundas que el país confronta y que el pueblo anhela ver superadas, pro que carga con sus consecuencias, y con las de los errores.[16]

Para el PAN era y es violatorio de la autonomía de la Universidad el utilizarla para fines distintos a lo estrictamente académicos y volverla un campo de batalla política.

A propósito de la toma de la Universidad por parte del Ejército, el entonces presidente del CEN del PAN, Ignacio Limón Maurer denunciaba un grave daño para la Casa de Estudios por que “algunos universitarios y grupos ajenos a la institución, usaron recintos y bienes de la Universidad para su acción política”. No obstante lo anterior, le pareció injustificada la toma violenta de las instalaciones. El PAN pensaba que las autoridades universitarias podían y debían por sus propios medios resolver la situación.

José Ángel Conchello el 20 de septiembre respondía a las críticas que se hacían al movimiento….”Señores, tal vez los muchachos de esta generación iracunda no sepan lo que quieren, pero sí saben lo que rechazan, y esa es nuestra brújula para entender estos movimientos”

Al PAN le preocupaba que el movimiento derivara en violencia, temía que existieran oportunistas que aprovecharan políticamente la situación para efectivamente desestabilizar al país. Respeta al movimiento, entiende y comparte sus causas profundas, denuncia la represión estatal, pero se mantiene alerta del peligro que hubiese significado una revuelta sin brújula, sin causas nobles, sin objetivos y medios estratégicos que contribuyeran a la transformación del Estado e inclusive para reformar radicalmente al sistema educativo.
Es importante entender al PAN en este momento histórico, el hecho de que no militaran sus dirigentes en el movimiento no significó que no lo respetaran o comprendieran. Ahí están los testimonios de panistas que desde sus trincheras, la Tribuna parlamentaria, la Presidencia Nacional del Partido y la Revista La Nación en donde critican ferozmente al régimen de Díaz Ordaz y asumen una postura clara en contra de la toma de la Universidad y la excesiva utilización de la fuerza pública en contra de los jóvenes.

Acción Nacional asume una postura crítica de las acciones del régimen

Para el PAN, el surgimiento del Movimiento Estudiantil es una confirmación de lo que desde su fundación en 1939 venían denunciando, que el régimen autoritario, de partido dominante, que limitaba libertades y cerraba las puertas a la democracia se había instalado en nuestro país y que era indispensable cambiarle. La explosión de sectores juveniles en contra del régimen era una confirmación de la hipótesis del PAN, era una forma de decirle al régimen que se había equivocado y seguía equivocándose en cuanto a la conducción de los asuntos del Estado. Por eso el PAN, no acepta nunca de manera total la supuesta conjura de movimientos internacionales que buscaban, según los defensores del régimen, desestabilizar a México. Si bien el PAN observaba una predominante ideología de carácter marxista-leninista en el movimiento estudiantil con la que no comulgaba, se identifica con la demanda de apertura, participación, democratización y diálogo.

Adolfo Christlieb expresó en un Manifiesto a nombre del Partido el 30 de agosto de 1968: “Son simplistas las explicaciones que consideran la agitación estudiantil y el descontento que ha externado buena parte del pueblo, como resultado directo de una conjura comunista contra México – cuya existencia es posible – y cuyos autores, si provocaron o aprovecharon los acontecimientos para agitar y confundir, no han creado las inquietudes que aun manifestadas de manera amorfa, nadie puede negar que están presentes…”

Cuando el Estado Mexicano justificaba la represión en contra de los jóvenes con la teoría de la intervención extranjera, Gerardo Medina afirma que “todavía no existe una definición que convenza sobre a qué tipo de fuerzas del exterior se refiere”

Conchello remata categóricamente que los jóvenes mexicanos no eran “imitadores”, decirlo era “tener muy pobre concepto de la juventud mexicana y aún peor de la juventud universitaria”…”Qué haya según se dice, agentes extranjeros entre nosotros, capaces de mover a 120 mil estudiantes, entonces, señores esos hombres deben ser magos o nuestra paz social está prendida con alfileres. El movimiento estudiantil mexicano ha nacido de la entraña del pueblo, como ha nacido en todas partes del mundo”[17].

Una importante acción política de denuncia se da en el órgano informativo del Partido Acción Nacional, la revista La Nación en donde es posible consultar no solo la postura oficial de la dirigencia nacional del Partido en tanto a comunicados y crónicas del álgido debate parlamentario que entonces dieron los diputados respecto de los hechos ocurridos. También existe un testimonio fundamental en términos periodísticos con artículos que consignan y relatan vívidamente los hechos de aquel año. Un artículo de gran importancia publicado en la edición de julio de 1968 y titulado ¿Qué es lo que está ocultando el Gobierno? escrito por Gerardo Medina Valdés es una crónica precisa de los hechos que dieron pie al inicio del Movimiento. Ahí Gerardo Medina entendía la labor del Partido en tanto exigir información objetiva al Gobierno sobre el Movimiento y  que enterara a la sociedad mexicana de los acontecimientos:

Se trata de que todos los mexicanos sepan con verdad lo que está sucediendo en un país cuyo gobierno jamás desperdicia la oportunidad de exaltar la estabilidad alcanzada gracias a la revolución. La injusticia social es el estiércol donde se multiplican los hongos del descontento y la subversión. La notoria discriminación que en lo político y lo social padecen millones de mexicanos es, pese a la propaganda cuya fragilidad se apuntala en un momento con bayonetas, fértil campo para los estallidos[18]

Otro importante artículo de Medina Valdés en La Nación es el titulado El conflicto tiene solución en donde relata significativamente las manifestaciones estudiantiles y desenmascara con astucia la estrategia del PRI para intentar desacreditar las movilizaciones. Además, narra la participación de Diego Fernández de Cevallos, del sector juvenil del PAN, en el mitin realizado en CU el día 20 de agosto. Retomo un párrafo ilustrativo del artículo:

Cuando a este último (Fernández de Cevallos) le gritaron reaccionario, no fueron por la respuesta a Roma: No me importa – dijo – escuchar gritos en mi contra por ser miembro de Acción Nacional, pues la prensa que ahora desvirtúa este movimiento, viene haciendo lo mismo con Acción Nacional, presentando de éste mi partido, la imagen que al gobierno le conviene – Fernández de Cevallos – continúa Medina, señaló la profunda razón por la cual el PAN no es ni puede ser ajeno a los problemas de la Universidad, y dijo: Nosotros consideramos que el problema estudiantil no es más que la consecuencia irremediable de nuestra situación política: un gobierno faccioso y simulador. Repudiado por todo el pueblo. En México….la democracia, palabra vacía: la única ley, el capricho de una mafia, el pueblo de México ya no puede ser engañado con desplantes de mano tendida.[19]

La portada de La Nación en su edición del 15 de octubre de 1968 muestra una fotografía de estudiantes heridos y muertos durante los acontecimientos del 2 de octubre. Y en la página 16, Gerardo Medina escribe apasionada y crudamente una crónica de los hechos sucedidos aquella tarde y en días posteriores. Retomo aquí algunos párrafos del artículo titulado Huichilobos vuelve a Tlatelolco.

El régimen revivió nuevamente a Huichilobos, y en una tarde y noche trágicas, el 2 de octubre, tomó a sangre, fuego, odio y miedo la plaza de Tlatelolco, en una acción formal de guerra que todo mundo juzgó – excepto los miembros de la aterrorizada oligarquía- como urdida por una mente desequilibrada, pues más que un crimen fue aquello una muy grave torpeza [20]

Ahí Gerardo Medina postula la hipótesis de que no fueron estudiantes quienes dispararon primero:

Sin negar que pudiera haber entre los capitalizadores del movimiento inicialmente estudiantil quienes buscaran la violencia, nos inclinamos a pensar que no fueron estudiantes los que dispararon primero, por dos razones: la primera, que los disparos fueron precisamente contra los que estaban en la terraza del tercer piso del edificio Chihuahua, es decir contra los dirigentes estudiantiles”…como segunda razón expone una serie de testimonios relativos a la infiltración en el movimiento de grupos de choque promovidos por el gobierno. “En resumen – concluye – quienes dispararon primero, según todos los indicios y testimonios de primera mano, fueron los provocadores del gobierno y no los estudiantes[21]

En otro párrafo continúa:

Poco más de una hora duró el desigual combate, pero no la operación: piso por piso, puerta por puerta, los soldados apresan al que les da la gana, destrozan lo que gustan, disparan a discreción hasta que la sangre escurre por las escaleras de algunos pisos. A las 10 de la noche otro tiroteo. A las 11, un silencio sellado por el estupor y el llanto y la rabia y la vida segada se tiende sobre Tlatelolco. Huichilobos reconoce otra vez sus pirámides húmedas de sangre.[22]

Ya hemos hablado de los intensos debates que sostuvo la diputación panista relativos a la invasión de la autonomía universitaria, también La Nación consigna el debate parlamentario que se lleva a cabo el 4 de octubre de 1968 cuando los diputados del PRI presentan un pronunciamiento de respaldo al Presidente Díaz Ordaz. En este debate participan los diputados Efraín González Morfín, Manuel González Hinojosa y Gerardo Medina Valdés.

González Morfín expresó en Tribuna que como base medular para la solución del conflicto se requería que todas las partes se ajustaran a lo que establece la Constitución de la República, “no solo invocándola cuando se trate de la defensa del orden público, sino también cuando se trate del respeto a las garantías individuales de las personas que intervienen o son afectadas por el conflicto” y pidió que la Cámara de Diputados hiciera suya esa exigencia de respeto a la Constitución por parte de todos.[23]

El entonces diputado Manuel González Hinojosa señaló que la “actitud, simbólica de un proceso de descomposición, indica la decisión del régimen de no razonar, de negarse sistemáticamente a abrir los cauces democráticos. Condenó a quienes tildan de traición a México toda opinión discrepante y afirmó: Frente a tantas víctimas ¿El Gobierno es tan débil e impotente que no ha podido terminar con el problema estudiantil? ¿Cuáles principios de solución ha ofrecido? ¿Cuál programa?[24] Pidió a los diputados del PRI que en lugar de apoyo incondicional y discursos floridos, usaran sus facultades para investigar los hechos y señalar culpables. “Hay que aclarar – dijo – si hay conjura comunista o no; si hay exceso de fuerza o no; hay que rectificar las instituciones simuladas y falsificadas que deforman la vida de México”.

Medina Valdés sostuvo que la unidad nacional no podía entenderse como uniformidad y masificación. Y refiriéndose a la matanza de Tlatelolco “donde todavía no se seca la sangre de muchachos y muchachas, de civiles y  de granaderos, y de militares, sangre toda ella de mexicanos”, afirmó que se debía proceder con serenidad y valentía para hacer frente al problema. “Deben ponerse en claro todos los puntos confusos; investigarse a fondo la denuncia de que numerosos estudiantes han sido enviados en “cuerdas” a las Islas Marías; que se ponga en claro si es cierto, como se ha dicho, que brigadas de provocadores, enviadas por funcionarios del Departamento del Distrito Federal, han estado atizando la hoguera”[25]

La sesión del 4 de octubre de 1968 concluye cuando la mayoría priísta había decidido que el asunto estaba suficientemente discutido y se aprueba el pronunciamiento de respaldo a Díaz Ordaz con el voto en contra de los diputados del PAN y del PPS.

En la cena de Navidad del Partido en diciembre de 1968, Conchello pronuncia un discurso muy interesante que nos ayuda a entender cómo vio el PAN las consecuencias del movimiento:

El Año del Señor de 1968 será considerado por la posteridad como “el año de la máscara que cae” por que este año, una vistosa máscara de libertad y democracia, con la que el Gobierno de México engañaba al mundo, se vino abajo el día 2 de octubre en Tlatelolco, con un estruendo tan grande que motivó las voces de protesta de los estudiantes de Caracas y de Amberes, de Buenos Aires y de Moscú, de Washington y de la India; porque mostró al mundo una amarga verdad – que desde hace casi 30 años ha denunciado en todas las plazas públicas de México el Partido Acción Nacional. Este año se estrellaron frente a frente, con la fuerza de dos trenes en dirección contraria, un movimiento mundial de renovación de los jóvenes que reclaman horizontes nuevos y un sistema egoísta de gobierno que quiere conservar sus mezquinos privilegios; un río de inquietud acaudalado con protestas y un valladar ensombrecido de sus represiones. El día 2 de octubre se enfrentaron, dolorosamente, una nueva corriente, espontánea, violenta, generosa, agresiva, impaciente, de la juventud de México y de todo el mundo, y un gobierno petrificado que había ensayado el arte de la represión contra los petroleros y contra los ferrocarrileros; contra los maestros y contra los médicos y que realizó su obra maestra de represión en el baño de sangre de Tlatelolco.”

El significado actual del Movimiento Estudiantil. La memoria no prescribe.

Con el arribo del PAN a la Presidencia de la República en el año 2000, el expresidente Vicente Fox instala la Fiscalía de Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, encabezada por Ignacio Carrillo Prieto. No es materia, ni intención de este escrito, profundizar o juzgar sus acciones y consecuencias, o la forma en la que otras instancias del Estado decidieron concluir el caso. Simplemente enfatizo que a pesar de los esfuerzos bien intencionados del gobierno por lograr una verdad histórica que no sólo fuera conocida sino tuviera consecuencias en cuanto a sus responsables dejó en muchos la sensación de que el crimen quedó impune.

Replico, a manera de conclusión en este ensayo, fragmentos íntegros del posicionamiento del Grupo Parlamentario del PAN en la Asamblea Legislativa a 40 años del movimiento estudiantil:

Los sucesos de Tlatelolco fueron un Crimen de un Estado autoritario, que no supo y no quiso entender una demanda justa de inclusión, apertura y democracia por parte de la juventud y que, como respuesta, decidió instrumentar un operativo cobarde y artero, orquestado desde las más altas esferas del Poder, para aniquilarlo.

Es importante para el PAN dejar en claro que fue la única fuerza política que levantó la voz en ese entonces para denunciar las acciones del régimen:
Lamentamos la forma en la que los responsables justificaron la represión. Callar e intimidar a testigos, censurar, encarcelar como presos políticos a cientos, esconder pruebas y generar una tesis oficial burda para argumentar socialmente un derramamiento de sangre innecesario e inútil. Lamentamos la postura de muchos que prefirieron callar y aplaudir; que prefirieron voltear la cara y avalar con su silencio los duros y fríos hechos de aquella tarde. Deploramos también, que han transcurrido 40 años de impunidad sin un informe confiable, creíble, con valor histórico que castigue a los responsables, aunque ya no estén con nosotros, aunque su edad o estado de salud sirvan como argumento legal para esquivar las responsabilidades.

Y respecto a las culpas expresamos que:
Creemos que todos los responsables, los que ejecutaron y avalaron este acontecimiento, deben ser identificados para escribir una historia objetiva, sin apasionamientos y sin justificaciones de lo que sucedió esa tarde en Tlatelolco. Para que no se nos olvide, para que las nuevas generaciones sepan lo que sucedió y para que, ni nosotros ni los que vienen, permitamos que se repita.Ya no vivimos de historias oficiales escritas en los libros de texto, sin embargo, la posibilidad de conocer la verdad histórica es una que no debemos dejar de perseguir. Porque no tener una versión oficial, deja impunes a los que deberían ser castigados, por lo menos, con la infamia de la memoria. Y no es un asunto de morbo, ni revancha, ni de postura partidista, es un asunto de Estado. El hecho de poner nombre, apellido, y rostro a los culpables de estos hechos es una responsabilidad del Estado democrático de Derecho que impera hoy en nuestro país. El crimen de Tlatelolco no debe quedar impune. La memoria, las heridas, no prescriben. El tema no es de números, cuántos murieron, cuántos fueron desaparecidos o encarcelados, con uno bastaría para seguir recordando, para seguir lamentando. Pero qué bueno sería saber los nombres de todos y cada uno de los que murieron ese día. De todos los que fueron presos políticos. De todos los que fueron perseguidos por el régimen de aquel entonces. Y qué bueno sería también saber, de manera oficial, no sólo quiénes fueron los responsables, los que ordenaron la matanza, los que la ejecutaron, también conocer los nombres de todos los que callaron y justificaron estos hechos terribles para no perder el hueso, para no quedar fuera del sistema. Los nombres de esos diputados que arroparon al régimen represor de Díaz Ordaz.

Me parece importante puntualizar que si bien para Acción Nacional el movimiento es un acontecimiento sin el que no es posible lograr la transición democrática, no es el único. Esto es lógico en el sentido de la propia lucha dada por el Partido desde 1939 y el reconocimiento a la lucha dada por otros actores desde diversas trincheras:
El 2 de octubre es un hito de la historia democrática de México. Un acontecimiento que nos une desde muy diversas ideologías, en un reclamo firme: Nunca más. Y que todos, desde una u otra forma de pensar, reconocemos como un elemento causal de la transición democrática de nuestro país. Un crimen de Estado. Genocidio. Sobran los adjetivos, los sustantivos hablan por sí solos.
Los panistas nos sentimos orgullosos cada vez que reafirmamos, con entereza y calidad moral, que Acción Nacional se opuso rotundamente a la absurda matanza de aquel 2 de octubre. Pero a la luz de los acontecimientos actuales, puntualizamos:
Y antes como ahora, Acción Nacional se pronuncia rotundamente contra todo acto de Estado que tenga como finalidad la persecución de delitos con la criminalización y persecución de los jóvenes.  Antes como ahora, Acción Nacional lamenta que a 40 años de distancia, los jóvenes de la capital, gobernados hace 10 años por un gobierno de izquierda, sean otra vez perseguidos, por causas distintas, pero perseguidos por delitos que cometen otros, que permiten otros con la corrupción y la impunidad.
El delito de dueños de antros que corrompen a menores. El delito de autoridades que permiten antros en donde hay corrupción de menores. La omisión con culpa de autoridades policiales que abusan de la fuerza sin procedimiento y bajo la consigna de generar imágenes de autoridad en los medios. Hace 40 años, jóvenes perseguidos, presos, torturados, muertos.
Hace menos de un año, aquí en la Capital del país, jóvenes asfixiados, marcados, violentados en su sexualidad, muertos. Ayer como hoy, Acción Nacional levanta la voz para que no se olvide a quienes han muerto por crímenes de Estado, a quienes fueron perseguidos o encarcelados por defender sus ideas durante los 70 años de régimen unipartidista. Para que no se repitan esos hechos lamentables del 2 de octubre, y para que nunca, nunca más, tenga una autoridad tenga la desvergüenza de justificar acciones violentas, atroces en contra de jóvenes.

Un representante del Gobierno del Distrito Federal me decía que yo estaba exagerando, que no existía paralelismo alguno, que aquello hace 40 años fue un genocidio, orquestado por las más altas esferas del Estado con un carácter político. Y que lo de ahora, fue un accidente. Reflexioné en sus palabras y le concedo razón en el sentido de que nadie pretendía matar a estos jóvenes. Que hubo omisiones mayúsculas en el operativo y que desafortunadamente sucedió lo inevitable. Esto no fue premeditado, se salió  de control. Sin embargo, sostengo que lo demás, no fue un accidente: La actitud policial con los jóvenes, golpes, vejaciones, insultos, desnudarlos, marcarlos, el afán de llevarse a todos al Ministerio Público cuando todos sabemos que con un solo menor de edad que presentaran hubiera sido suficiente para corroborar la corrupción de menores que se efectuaba en el mencionado establecimiento. Eso sí me recuerda a lo sucedido hace 40 años. Y hoy, los dos acontecimientos en paralelo, tienen significados que debemos explorar.

En todo caso, se mantiene firme la congruencia de mi Partido respecto de la postura asumida a lo largo de su historia, que también es la historia de México. Una defensa congruente y legítima de la autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Una fuerte crítica al régimen de aquellos años. El planteamiento de salidas pacíficas y por vías institucionales a los conflictos y una denuncia certera, sin miramientos en contra de la utilización de la fuerza del Estado para reprimir movimientos sociales.

En esa congruencia es que Acción Nacional mantiene calidad moral. En esa congruencia es que muchos jóvenes militamos en este Partido que nos ha abierto caminos de participación política seria para incidir en los cambios que México necesita.

No oculto que me hubiera gustado leer más relatos y referencias de la postura panista en la bibliografía obligada acerca del Movimiento Estudiantil y su desenlace. Pero no le pido peras al olmo, difícilmente los intelectuales y actores principales del Movimiento le darían crédito a mi Partido. Por eso esta oportunidad que me brinda El Pino de escribir desde nuestra perspectiva es invaluable. En este ejercicio de diálogo desde diversos puntos de vista, desde diversas posiciones del espectro ideológico, le vamos cerrando el paso, desde todos los flancos, a la violencia insensible y asesina que se genera cuando el Estado no logra encauzar las demandas sociales hacia una salida institucional y pacífica, incluyente, que vaya integrando las demandas de las nuevas generaciones que lo viven y construyen a través de la Historia.


[1] En esa sesión se aprobó un pronunciamiento de respaldo al Presidente Díaz Ordaz por parte de la Cámara de Diputados.

[2] Triana Tena, Jorge. Discurso Sobre el Aniversario Luctuoso del día 2 de octubre, Bitácora de sesiones, Intervenciones de los Diputados del PAN, 4 de octubre de 2005. Es posible acceder al discurso completo en la dirección: http://diputados.pan.org.mx/59/despliega.asp?id=564488&indice

[3] Fragmento del discurso presentado el 2 de octubre de 2008 con motivo de la postura del GPPAN en la conmemoración del XL aniversario de la matanza de Tlatelolco.

[4] Partido Acción Nacional, Principios de Doctrina, 1939.

[5] Partido Acción Nacional. Revista La Nación, Julio de 1968.

[6] Boletín de Prensa de la Presidencia del CEN del PAN, (Archivo CEDISPAN)

[7] (ILM; CEN, 20 de septiembre de 1968)

[8] La Nación, Octubre 1 de 1968, P. 12

[9] Idem, P. 14

[10] Preciado Hernández, Rafael, Diario de los Debates de la XLVIII Legislatura, 4 de octubre de 1968.

[11] Christlieb Ibarrola, Adolfo. Manifiesto del CEN del PAN, 30 de Agosto de 1968. En el CEDISPAN.

[12] Idem

[13] Medina Valdés, Gerardo. Diario de los Debates de la XLVIII Legislatura, 4 de octubre de 1968.

[14] La Nación, Octubre 1, p. 22

[15] La Nación, 1 de Octubre de 1968, P. 18

[16] Christlieb Ibarrola, Adolfo. Manifiesto del CEN del PAN, 30 de Agosto de 1968. En el CEDISPAN.

[17] Conchello Dávila, José Angel, Diario de los Debates de la XLVIII Legislatura, 20 de septiembre de 1968.

[18] Medina Valdés, Gerardo, La Nación, Partido Acción Nacional, Julio de 1968. PP. 17 a 23.

[19] La Nación, Partido Acción Nacional,  Agosto de 1968.

[20] Medina Valdés, Gerardo, La Nación, Partido Acción Nacional P. 16

[21] Idem, PP. 20 y 21

[22] Idem, PP  P. 22

[23] La Nación, Partido Acción Nacional P. 12

[24] Idem, P. 13

[25] Idem, P. 14